La sal, cuanta menos mejor. Ya es conocida la importancia de controlar la sal en nuestra alimentación, pero no es tan fácil ponerlo en práctica. La sal potencia el sabor de los alimentos y resalta el gusto de los platos, por este motivo es fácil acostumbrar a nuestro paladar a un alto consumo de sal y se nos hace más complicado reducir el sodio de nuestra rutina. Descubre la importancia de reducir el sodio y la sal de la dieta y 10 claves para que sea más fácil reducir su consumo.
Sodio o sal, ¿es lo mismo?
La sal está formada por sodio y cloro. Ambos minerales son necesarios para nuestro organismo y están implicados en la regulación de los líquidos corporales. Pero, aunque necesitamos estos minerales, un exceso del consumo de sal puede aumentar la tensión arterial y desencadenar enfermedades relacionadas con el corazón.
10 trucos para reducir el sodio
La OMS recomienda que el consumo sea inferior a 5 gramos de sal por día. Esto es bastante menos de los 9 a 12 gramos que solemos ingerir la mayoría de las personas. Es decir, que estamos consumiendo más de dos veces la cantidad máxima recomendada.
Teniendo en cuenta esta cifra es importante seguir recomendaciones para cambiar nuestros hábitos y poco a poco bajar el consumo de sal. Pero sabías qué para reducir la sal de la alimentación no basta con dejar de aliñar los alimentos con sal. Muchos alimentos contienen sal en su composición, por eso es importante buscar productos que no tengan mucha sal o que estén etiquetados como Sin sal o bajos en sal. Aprende 10 trucos para reducir el consumo de sal:
- Añade pimienta, limón o hierbas aromáticas: Existen otros alimentos además de la sal para potenciar el sabor de nuestros platos. Se pueden añadir durante la cocción, como las hierbas aromáticas, o una vez el plato ya esté preparado. Utiliza pimienta, cebollín o limón para realzar el sabor de las comidas.
- Evita el consumo de salsas: la mayoría de las salsas preparadas tienen una cantidad muy alta de sal. Acostúmbrate a aliñar con aceite o prepara tus propias salsas, de esta manera puedes controlar mejor la cantidad de sal añadida.
- No sazonar durante el cocinado: estamos acostumbrados a añadir sal en cantidades durante la preparación de los alimentos. A no ser que sea una cocción específica, es preferible sazonar los alimentos una vez estén listos para comer. M
- Priorizar las cocciones al vapor: hay muchas cocciones saludables, pero en especial recomendamos el vapor porque al no perder parte de los nutrientes en agua conserva más el color y el sabor del alimento, de tal manera que es menos necesario añadir más sal.
- Aumentar la cantidad de frutas y verduras: las frutas y las verduras son alimentos saludables que contienen grandes cantidades de agua y de potasio. Este mineral ayuda a equilibrar los niveles de sodio en el organismo. Prioriza los vegetales de temporada. Descubre aquí las verduras de verano.
- Elegir alimentos sin sal o bajo en sal: prioriza los alimentos que por naturaleza no contengan sal o que se especifiquen como bajos en sal o sin sal. Es una manera de asegurar que no se ingiere sal a través de este tipo de alimentos.
- Evita el glutamato monosódico: esta sustancia es un potenciador de sabor que contiene muchas cantidades de sodio. Está presente en pastillas de caldo, sopas deshidratas o salsas de soja. Evita este tipo de alimentos.
- Aprende a leer etiquetas: Recuerda que el listado de ingredientes está ordenado de mayor a menor presencia en el alimento, y que puedes comparar la cantidad de sodio entre diversos productos, mirando la tabla nutricional.
- Frutos secos sin sal: loa frutos secos son uno de los tesoros de la Dieta Mediterránea. Se recomienda un consumo de frutos secos de entre 5-7 raciones a la semana. Pero el adecuado consumo es proveniente de frutos secos al natural, ya que los que están salados suele contener grandes cantidades de sal.
- No añadas más sal al pan: el pan se compone de harina, agua y sal. Al ser un alimento de consumo diario por gran parte de la población, se ha regularizado la cantidad de sal que debe contener este producto. Pero de igual manera, se recomienda no añadir sal al pan, porque ya contiene sal en su composición.
Lo más importante es que poco a poco consigamos reeducar a nuestro paladar. Se trata de reducir su cantidad progresivamente y, así, seguir disfrutando igual de nuestras comidas. Si lo hacemos paulatinamente, no nos daremos ni cuenta.