Alimentación intuitiva o consciente

¿Qué cenaste ayer? Muchas veces tenemos que pensar durante un tiempo para ser capaces de responder a esta pregunta. Gran parte de la lentitud en contestar se debe a que no prestamos atención plena a lo que estamos haciendo durante las comidas. Incluso, a veces, justo después de comer tampoco podemos responder rápidamente a esta pregunta. Fijaos que cuando quedamos con alguien suele haber un plato de comida de por medio. Celebramos las fiestas navideñas alrededor de una mesa, quedamos con los compañeros de trabajo para comer, organizamos cenas de amigos, etc. La comida siempre está presente cuando queremos juntarnos con familiares o amigos. Y esto es debido a que tiene un alto componente emocional. Es muy bonito compartir la comida con gente, pero también debemos aprender a comer lo que queramos, dejando la impulsividad a un lado.

La alimentación intuitiva se centra en tomar consciencia de lo que estamos comiendo desde el primer hasta el ultimo bocado. Implica relacionarnos con los alimentos a conciencia plena para poder decir si lo que tenemos delante nos lo queremos o no comer y saborearlo lentamente. Este tipo de alimentación rompe con las dietas de corta duración para instaurarse como un hábito de vida saludable. Combina la alimentación emocional y el racionamiento. Estar a dieta acaba generando ansiedad. Y al dejarla es muy probable que volvamos al punto de partida. La alimentación intuitiva requiere de autoconocimiento para ser capaz de distinguir cuando uno está lleno y dejar de comer. Este tipo de alimentación integra el deporte de la misma manera. Promueve hacer ejercicio de manera regular, pero sin obsesionarse con ir cada dí­a al gimnasio de manera estricta. Hacer una actividad fí­sica que te guste y te haga sentir bien.

 Hambre emocional frente a hambre real

¿Cuántas veces hemos visto la tí­pica imagen de alguien triste comiendo helado de chocolate en el sofá? Pues bien, esto define a la perfección el hambre emocional. A todos nos pasa que a veces utilizamos la comida para camuflar emociones que no nos agradan. Comer dulces después de un dí­a difí­cil o pegarse atracones de chocolate cuando estamos tristes. Incluso utilizamos la comida para premiar a nuestros hijos o a nosotros mismos después de haber hecho algo de lo que nos sentimos orgullosos.

Es difí­cil diferenciar cuando sentimos hambre fí­sica o cuando tenemos ganas de comer a causa de la ansiedad. El hambre real aparece, poco a poco, como alerta de que nuestro organismo necesita alimento para funcionar correctamente. En cambio, el hambre emocional aparece cuando existen dificultades con la gestión de sentimientos y lo que se busca es refugiarse en la comida como método para calmar la tristeza, el miedo o el dolor. Esta conducta se suele establecer en la infancia, posiblemente sin darnos cuenta, ya sea con un menor o mayor grado. Ejemplo de ello son los estudiantes que se refugian en la comida en periodos de exámenes. El hecho de adquirir de forma inconsciente este hábito durante la infancia, dificulta que se pueda corregir durante la vida adulta.  El problema viene cuando el hambre emocional se convierte en una estrategia de afrontamiento habitual a las dificultades del dí­a a dí­a y la comida pasa a ser nuestro gestor emocional principal y la solución fácil a los problemas cotidianos.

Cuando tenemos hambre real, nos da igual qué comer. En cambio, cuando nos acecha el hambre emocional tenemos ganas de comer alimentos altos en grasa y azúcar porque aumentan momentáneamente los niveles de dopamina.

¿Cómo aplicar la alimentación intuitiva en tu dí­a a dí­a?

  • No comer delante de la tele, leyendo o mirando el móvil porque desviamos nuestra atención de lo que comemos.
  • Comer despacio para reconocer la sensación de saciedad. Si comemos más lentos podremos ser más conscientes de lo que estamos comiendo.
  • Aprender a diferenciar hambre emocional de hambre real.
  • Realiza un diario de comidas. En el momento que nos dedicamos a escribir lo que hemos comido, inmediatamente, cogemos conciencia.
  • Preparar la mesa. Al poner la mesa para una comida, se va tomando consciencia de que te dispones a comer.
  • Evita clasificar alimentos como prohibidos. Priorizar alimentos saludables es clave, pero las restricciones estrictas nos pueden crear ansiedad.
  • Beber agua mientras comes te ayudará a comer más despacio y a ser consciente de lo que estamos comiendo.
  • Es recomendable comer en compañí­a y compartir experiencias, pero no te pases todo el rato hablando porque no te darás cuenta de lo que has comido.
  • Presenta los platos de una manera que te agrade y así­ la experiencia de comer empezará por la vista.
  • Prepara un plato con la porción adecuada para que no tengas que volver a servirte, porque al final no sabrás cuanto has comido. No ajustes demasiado la ración porque tendrás ganas de repetir y acabarás comiendo el doble.

La alimentación intuitiva no es un método para perder peso a corto plazo. Es una manera de entender la comida y el hecho de alimentarse de una manera diferente. Estudios cientí­ficos explican que la alimentación consciente esta asociada a un mayor placer por la comida, que conlleva a una disminución de trastornos alimentarios y a una mayor salud mental. ¡Párate a pensar lo que comes, que acabaras por disfrutarlo más!

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